En los últimos días ha llegado una que se veía venir desde el verano pasado. Que lo de Bankia era un pufo, que “Bankia” era el nombre en clave para el “banco malo” que oficialmente nunca se creó, y para cuyo rescate el Estado debe destinar ahora una partida estimada en 7.000 millones de euros, que se suman a los 4.500 que ya destinó hace casi un año.
Mientras Rodrigo Rato abandona el barco defendiendo lo bien que ha hundido Bankia y el gobierno del PP prepara el rescate, Rubalcaba interpreta con el PSOE el papel de partido alternativo del mismo gobierno diciendo que él tiene sus ahorros en Bankia y que no piensa moverlos. Tranquilidad. No saquéis el dinero. Como siempre en lo importante, PP y PSOE se unen para defender a los privilegiados de quienes son marionetas, incluso si el precio del rescate es más del triple de los 2.000 millones recortados en Ciencia e I+D, y cinco veces lo recortado limitando la subida de las pensiones a un 1%, 1.500 millones de euros.
Aunque Bankia fuera insostenible desde un principio, aunque en este pufo de banco malo trabaje un número record de familiares de políticos, somos los de abajo los que lo vamos a seguir pagando. Lo paga el trabajador con el IRPF que se ha aumentado, lo paga el pensionista, lo paga el funcionario al que se le bajó el 5%, y lo seguiremos pagando entre todos.
Tenemos dos opciones. Una es seguir tragando. La otra, es provocar el colapso. Y hoy tenemos una gran oportunidad para esto último.
Hoy actuando localmente en España, existe una oportunidad histórica de clavarle una estaca en el corazón al sistema financiero internacional. Hundiendo Bankia hundiremos por efecto dominó a la banca alemana y europea, y de ahí todo lo demás.
Por eso es necesario que retiremos nuestro dinero de Bankia, aunque sea paso a paso. Por muchos créditos que se le den, un banco no puede funcionar sin clientes. Debemos convencer a quienes nos rodean para que actúen, si no por convencimiento, por miedo a perder el dinero que tienen en Bankia. Es nuestro momento de actuar y equilibrar la balanza, aterrorizando a los poderes fácticos y haciéndoles ver que no tenemos miedo.
En que finalmente aceptemos este órdago existe una oportunidad histórica de derribar sin violencia un capitalismo basado en la estafa y la represión de quienes no formamos parte de las castas privilegiadas.
¿Estaremos dispuestos a sacrificarnos para que nuestros hijos no crezcan esclavos?
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