Palabras de Dhamma

Un monje llamado Samidhi fue ante el Buddha para pedirle que le enseñara el poema y la exposición del Bhaddekaratta:

A nadie dejes revivir el pasado
ni construir sus esperanzas sobre el futuro,
pues el pasado ha quedado atrás
y el futuro todavía no se ha alcanzado.

Con sagacidad, déjale ver, en cambio,
cada estado que surge en el presente;
déjale que lo conozca bien y que de ello esté seguro,
invencible, inquebrantable.

Es hoy cuando uno ha de esforzarse;
mañana, ¿quién sabe?, puede llegar la Muerte,
ningún pacto con la Mortalidad
puede mantenerla alejada, ni a ella ni a sus huestes.

Pero quien así mora, ardientemente,
implacablemente, de día, de noche,
es él, como ha dicho el Apacible Sabio,
quien ha pasado una noche excelente.

En Grandes discípulos de Buda, comentarios del Majjhima Nikaya.

Dhammapada: Los Sutras de Buddha (26 al 30)

Sutra 26

Eres como la hoja amarilla. Los mensajeros de la muerte están cerca. Vas a realizar un largo viaje. ¿Qué llevarás contigo?

Sutra 27

El no se entretiene con aquellos que tienen un hogar ni tampoco con los descarriados. No queriendo nada, viaja en solitario.

Sutra 28

Vive en el amor. Haz tu trabajo. Pon fin a tus pesares.

Sutra 29

El camino no está en el cielo. El camino está en el corazón.

Sutra 30

Todo surge y desaparece. Pero quien despierta, lo hace para siempre.

Dhammapada: Los Sutras de Buddha (21 al 25)

Sutra 21

Aquel que desea despertar realiza sus deseos gozosamente.

Sutra 22

Vive en el gozo, en paz, aún entre los preocupados.

Sutra 23

Libérate de los apegos.

Sutra 24

Con amabilidad supera la ira. Con generosidad supera la mezquindad. Con la verdad supera la decepción.

Sutra 25

Los sabios no dañan a nadie, son maestros de sus cuerpos y se dirigen al país sin límites, van más allá de la pena.

Dhammapada: Los Sutras de Buddha (16-20)

Sutra 16

El hombre ignorante es un buey. Crece en tamaño, no en sabiduría.

Sutra 17

Para enderezar lo torcido primero debes hacer algo más dificil: enderézate a ti mismo.

Sutra 18

La maldad es tuya, el pesar es tuyo. Mas la virtud y la pureza también son tuyas. Tú eres el origen de toda pureza y de toda impureza.

Sutra 19

No vivas en la distracción y los falsos sueños del mundo, fuera de la ley divina.

Sutra 20

Gobiérnate a ti mismo según la ley divina. Esta es la simple enseñanza de los que están despiertos.

Dhammapada: Los Sutras de Buddha (11 – 15)

Sutra 11

Mejor que mil palabras huecas es una palabra que aporta paz.

Sutra 12

Es mejor la conquista de uno mismo que ganar mil batallas. Así, la victoria será tuya. Ni ángeles ni demonios, ni cielo ni infierno, te la pueden arrebatar.

Sutra 13

Sé diligente para hacer el bien. Si eres lento, la mente, deleitándose con su maldad, te atrapará.

Sutra 14

Todos los seres tiemblan ante la violencia. Todos temen la muerte. Todos aman la vida.

Sutra 15

Como un noble caballo rápido bajo el látigo, arde y sé veloz.

Dhammapada: Los Sutras de Buddha (6 – 10)

Sutra 6

Una mente más allá de los juicios observa y comprende.

Sutra 7

El confundido* que reconoce estarlo es muy sabio. El confundido que se cree un sabio es sin duda un necio.

Sutra 8

El viento no puede agitar una montana. El elogio ni la culpa mueven al hombre sabio.

Sutra 9

Felicidad o tristeza; cualquiera que te acontezca, sigue tu camino intacto, desapegado.

Sutra 10

Aún estando en un bosque vacío él encuentra disfrute porque no desea nada.

 

*Uso el término confundido en vez del original en la traducción que es necio, traducido del inglés fool: tonto, bobo, loco.

Dhammapada: Los Sutras de Buddha (1 – 5)

Los Sutras son  frases, afirmaciones esenciales, que llevan implícita o explícita una verdad que debe ser desvelada a través de la interiorización. No son frases para recordar, son conceptos para desarrollar e internalizar, sentir, y adaptar al comportamiento diario. En su tiempo, 500 A.C., fueron una herramienta de transmisión de las verdades que los iluminados deseaban dejar a sus adeptos o descendientes. En esos tiempos no existían ni la imprenta ni los libros, y por lo tanto todo traspaso de cultura dependía de la trasmisión oral. Esto exigía que las afirmaciones, los Sutras, fueran cortos, concisos, y sobretodo genéricos.

Siddharta Gautama, el Buddha, dejó 53 Sutras en su obra Dhammapada, los que en conjunto constituyen toda su doctrina. Cada Sutra debe ser cuidadosamente leído y se debe reflexionar sobre su contenido. Casi todos son crípticos, las verdades contenidas no están en exhibición, sino que hay que develarlas mediante su profunda comprensión y meditación, alcanzando su significado esencial y universal.

Iremos entregando los 53 Sutras del Buddha, en lotes de 5 cada vez. Estamos utilizando la recopilación de Osho en sus Cartas de Meditación (EDAF, 2004).

Estos Sutras están copiados de la web http://4grandesverdades.wordpress.com, sacándoles el comentario y dejando solo el Sutra. Si quieres verlos con comentario puedes ir a la web.

Sutra 1

El confundido* duerme como si ya estuviera muerto, sin embargo el maestro está despierto y vive para siempre. Él observa. Tiene claridad.

Sutra 2

Atento entre los despreocupados, despierto mientras otros duermen, veloz como una carrera hípica, deja a sus competidores atrás.

Sutra 3

Así como el arquero talla y pone sus flechas rectas, el maestro dirige sus pensamientos descarriados.

Sutra 4

En este mundo el odio nunca ha disipado al odio. Sólo el amor disipa al odio. Esta es la ley, ancestral e inagotable.

Sutra 5

Tú también pasarás a mejor vida. ¿Cómo puedes pelearte?

 

*Uso el término confundido en vez del original en la traducción que es necio, traducido del inglés fool: tonto, bobo, loco.

El Noble Camino

El Noble Camino

lanetaamorfa

Toda existencia es sufrimiento (duḥkha).
El origen del sufrimiento es el anhelo (ó deseo, querer, «tanhā»).
El sufrimiento puede extinguirse, extinguiendo su causa.
Para extinguir la causa del sufrimiento, debemos seguir el Noble camino óctuple.: ∞

(pañyā) Sabiduría

1 (diṭṭhi) visión ó comprensión correcta
2 (saṅkappa) pensamiento ó determinación correcta

(Shīla) Conducta ética – moralidad

3 (vākyā) Hablar correcto
4 (karmānta) Actuar correcto
5 (ājīva) Medio de vida correcto

(samadhi) Entrenamiento de la NO/mente

6 (vāiāma) Esfuerzo correcto
7 (sati) Estar-Presente ó Consciencia del momento correct@
8 Concentración ó Meditación correcta

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Querido Buda, ¿existe Dios?

Hay una hermosa historia de Gautama Buda…

Una mañana un hombre le preguntó: «¿Existe Dios?».

Buda miró al hombre a los ojos y le -dijo: «No, Dios no existe».

Ese mismo día, por la tarde, otro hombre le preguntó: «¿Qué piensas acerca de Dios? ¿Existe Dios?».

Buda miró al hombre a los ojos y le dijo: «Sí, Dios existe».

Ananda, que estaba con él, se quedó muy confundido, pero él ponía siempre mucho cuidado en no interferir en nada. Si tenía alguna pregunta, por la noche, cuando todo el mundo se retiraba y Buda se disponía a dormir, se la exponía.
 
Pero esa tarde, a la puesta de sol, otro hombre vino con una pregunta muy parecida aunque formulada de forma distinta. El hombre dijo: «Hay gente que cree en Dios y hay gente que no cree en Dios. Yo no sé a quien creer. He venido a pedirte ayuda».
 
Ananda estaba muy interesado en oír la respuesta de Buda; en un mismo día había dado dos respuestas absolutamente contradictorias y ahora surgía una tercera oportunidad (y no hay una tercera respuesta).

Pero Buda le dio una tercera respuesta. No habló, cerró los ojos. Era un hermoso atardecer. Buda estaba en un bosquecillo de mangos. Los pájaros estaban posados en las ramas de los árboles. El sol acababa de ponerse y soplaba una brisa fresca.

El hombre, al ver a Buda sentado con los ojos cerrados, pensó que quizás era esa la respuesta, así que se sentó junto a él con los ojos cerrados.
 
Transcurrió una hora y el hombre abrió los ojos, tocó los pies de Buda y dijo: «Tu compasión es grande. Siempre te estaré agradecido por haberme dado la respuesta».
 
Ananda no podía creer lo que veía, porque Buda no había dicho una sola palabra… Y el hombre se marchó tan contento, totalmente satisfecho. Entonces Ananda le dijo a Buda: «¡Esto es demasiado! Deberías pensar en mí; me vas a volver loco. Estoy al borde de un ataque de nervios. A un hombre le dices que Dios no existe, a otro hombre le dices que Dios existe y al tercero no le contestas. Y el tercero dice que ha recibido la respuesta, está contento y agradecido, y te toca los pies. ¿Me puedes explicar qué significa todo esto?».
 
Buda dijo: «Ananda, la primera cosa que debes recordar es que esas preguntas no las habías formulado tú; por tanto, esas respuestas no eran para ti. ¿Por qué te preocupas innecesariamente por los problemas de otra gente? Primero soluciona tus propios problemas»
 
Ananda dijo: «Es cierto, esas no eran mis preguntas y la respuestas no iban dirigidas a mí… ¿Pero qué puedo hacer? Tengo oídos y oigo, y he oído y he visto, y ahora todo mi ser está confundido. ¿Cuál es la respuesta correcta?».
 
Buda dijo: «¿Correcta…? Lo correcto es la consciencia. El primer hombre era un teísta y quería que le reafirmase en su creencia de Dios. Vino con una respuesta -una respuesta hecha- solamente para que le reafirmase en su creencia y poder decir: «Estoy en lo cierto, incluso el propio Buda me ha dado la razón.» Por eso le he dado esa respuesta, solamente para perturbar su creencia, porque creer no es conocer.
 
»El segundo hombre era un ateo. También ha venido con una respuesta, una respuesta hecha -que Dios no existe-, y quería que le reafirmase en su incredulidad para poder decir que pienso como él. Tuve que decirle: «Sí, Dios existe.» Pero el propósito era el mismo.
 
»Si eres capaz de ver mi propósito, verás que no hay contradicción. Estaba perturbando la creencia preconcebida del primer hombre y la incredulidad preconcebida del segundo hombre. La creencia es afirmativa, la incredulidad es negativa, pero en realidad ambas son una misma cosa. No provienen de alguien que conoce; y ninguno de ellos era un verdadero buscador, ambos acarreaban prejuicios.
 
»El tercero era un verdadero buscador. No tenía ningún prejuicio, abrió su corazón y me dijo: «Hay gente que cree en Dios, y hay gente que no cree en Dios. Yo no sé a quien creer. He venido a pedirte ayuda.» Y la única ayuda que podía darle era una experiencia de consciencia silenciosa; las palabras son inútiles. Y cuando he cerrado mis ojos ha entendido el mensaje. Era un hombre con una cierta inteligencia: abierto, vulnerable. Y cerró los ojos.

 »Al profundizar en el silencio, al volverse parte del campo de mi silencio y mi presencia, ha empezado a adentrarse en el silencio, a adentrarse en la consciencia. Cuando transcurrió una hora parecía como si sólo hubieran transcurrido unos minutos; no recibió ninguna respuesta en palabras pero recibió la verdadera respuesta en silencio: no te preocupes acerca de Dios, no tiene ninguna importancia si existe o no. Lo que importa es la existencia del silencio, si existe o no la consciencia. Si eres silencioso y consciente, tú mismo eres Dios. Dios no es algo ajeno a ti: o eres una mente o eres Dios. En silencio y conciencia, la mente se disuelve, desaparece, y se te revela la divinidad. Sin haberle dicho nada ha recibido la respuesta, y la ha recibido de una forma perfectamente correcta».