Hay una idea de amor en el inconsciente colectivo que viene del ideal mental de amor, una ilusión de armonía en la que no hay límites. Pero precisamente nosotros vinimos a este planeta a experimentar los límites y la separación, el espíritu dentro de un cuerpo que le pone límites físicos y lo separa en la materia del resto. Y a transcender eso.
Pero trascenderlo no significa que no haya límites. Significa que los límites sean para llevarnos hacia el Amor, que la separación sea para entender la Unidad. Es como el río. Cuando el agua no tiene límites se estanca, se convierte en pantano y no fluye. El cauce del río es el límite para el agua, que crea el movimiento y que lo conduce siempre hacia el mar, sin excepción. Ese Mar es el verdadero amor.
Es como elegir comer sano y sin causar sufrimiento. Es una decisión de amor hacia uno mismo y la vida. Y eso conlleva muchos límites, dejar de aceptar que entren a nuestro cuerpo alimentos que sabemos que son perjudiciales o que crean sufrimiento en el mundo. En las relaciones con las personas es igual. Todos somos Amor en nuestra esencia, pero no todos estamos viviendo en este momento nuestra esencia, hay muchos programas, muchas capas, muchas mentiras que vivimos en cada día.
Y para relacionarnos con todas las personas desde el Amor y ver en ellas el Amor hay que poner límites, no aceptar que entren en nosotros esas energías. Aceptar que existen y no juzgarlas, pero no engullirlas, no reaccionar a ellas. Ahí recién podremos despejar de en medio todo ese humo y ver claramente el Amor en cada Ser. Como dice Simón: «Yo sólo me relaciono con el Amor transparente».